Como ya habréis percibido, en estos momentos es un tema bastante controvertido y comentado en la actualidad. Y nos preguntamos una y otra vez, el por que actúan los miembros más influyentes de una manera tan déspota, ya sea en el ámbito político como en el laboral. Por ello os plantearé la siguiente pregunta,¿es cierto que el poder nos hace ser de otra manera? Como dijo el historiador inglés Lord Acton, » El poder tiende a corromper, el poder absoluto corrompe absolutamente». En cierta manera es como si el poder diese paso a que las personas pudiesen actuar de manera libre, siguiendo sus propias voliciones. Antes de nada, conviene explicar brevemente lo que entedendemos por poder social desde un punto de vista teórico. El poder es la capacidad que posee un individuo, de influir en otros y a su vez de resistir su influencia (Michener y Suchner, 1972).
Sabiendo esto, voy a proceder a explicar desde un punto de vista experimental como se observó ciertas diferencias entre el comportamiento de personas con poder y sin poder. Según la teoría de Dacher Keltner, de la universidad de California en Berkeley, en situaciones en las que carecemos de poder, nuestras conductas están más reprimidas y nos centramos más en las necesidades del prójimo, siendo más sensibles al castigo. No obstante, cuando tenemos poder, nos sentimos más seguros en la situación, estamos más abiertos a la recompensa y por tanto nos tomamos el lujo de actuar de manera más libre y en ciertas ocasiones omitiendo ciertas normas sociales. Por lo que nos plantearemos lo siguiente,¿por tanto, estas personas con más poder se guiarán por sus propios intereses?
Pues debo deciros que esto puede ocurrir en ciertas ocasiones ya que aquí entran en juego los rasgos de personalidad. Las personas con el rasgo de maquiavelismo, son aquellas a las que les importa la apariencia y la influencia y buscan el propio beneficio y para ello usan a los demás para conseguirlo. Es más, según el estudio de Kibeom Lee, de la Univerisidad de Calgary, las personas que presentan los 3 rasgos (narcisismo, psicopatía y maquiavelismo) muy marcados, van en busca de los bienes materiales y de la dominancia social. Por lo que según el siguiente artículo , (¿Nos transforma el poder? Theodor Schaarschmidt,en Mente y Cerebro págs 44-48,nº82, 2017); nos plantearemos lo siguiente, «entonces, ¿abunda la corrupción en los altos estamentos porque esas personalidades ambicionan más el dinero y las posiciones de influencia?» como bien sabéis en España la corrupción está a la orden del día y cada vez más se van destapando más casos que nos estremecen y enfurecen. No obstante, afortunadamente, si sentimos que una persona ansia con tener mucho poder, será rechazado socialmente. En numerosos estudios, se destaca que las personas que tienden a ascender y logran estar en puestos de poder, poseen una extraversión alta y un neuroticismo bajo, también llamados rasgos prosociales.
Por otra parte, algunos estudios demuestran que el comportamiento dominante se desaprueba más en las mujeres que en los hombres, por lo que hasta en este ámbito se observan desigualdades de género, que en mi opinión, espero que se puedan paliar y erradicar. Siguiendo con la diferencia entre géneros en otros estudio se observó que las hormonas desempeñan un papel más importante que la propia posición de poder, los hombres perjudican más a sus compañeros masculinos que a las mujeres. Desde un punto de vista evolutivo, es entendible que ocurriera esto hace millones de años, ya que sobrevive el que más recursos posea y se perjudica a las personas de nuestro mismo sexo. Pero hoy en día, opino que no debería ocurrir de una manera tan evidente y se debería promover la igualdad. Aunque sea cierto, según numerosas investigaciones, que un nivel alto de testosterona en un puesto de mayor influencía provoca que sean más injustos con sus compañeros y busquen más el propio beneficio, no quita que las mujeres no puedan estar en igualdad a la hora de acceder a un puesto de poder. Eso en cierta medida podría respaldar que los hombres realicen conductas más agresivas e injustas. Pero esto no respalda el hecho de que la mujer que esté en una posición de poder sea vista de manera negativa.
En conclusión, las personas que consiguen puestos de poder, sobrestiman sus propias capacidades, tienden a correr más riesgos, tienden a pensar a partir de estereotipos e ignoran con mayor frecuencia los puntos de vista del resto de miembros. Keltner habla de «la paradoja del poder»: «Las capacidades que llevan que una persona se convierta en un directivo se pierden, al parecer, cuando se ocupa la posición de poder durante un tiempo». Por ello, a partir de todo esto, todos nosotros, tenemos la oportunidad de realizar cambios y usar el poder de una manera más ética y útil para todos. El psicólogo social Joris Lammers revela como puede evitarse el abuso de poder en el siguiente artículo (El poder nos permite ver el mundo de otra manera. Joris Lammers en Mente y Cerebro págs 50-51,nº82, 2017). En primer lugar,haciendo que los líderes tomen consciencia de su posición, permite que sean más críticos con ellos mismos que con los demás y se evita el comportamiento arriesgado o interesado.Asímismo, el hecho de ponerse en la piel del subordinado, fomenta esa consciencia. Y por último y no menos importante, todos debemos contribuir por cambiar esa visión negativa que se tiene sobre la mujer en una posición de poder, dejemos esos estereotipos atrás ya que resultan desadaptativos y nos estamos perjudicando a nosotros mismos. Por lo que, adelante, está en nuestras manos…
Agradecimientos:
– a la revista Mente y Cerebro nº 82, 2017